El mundo de la moda está lleno de rostros que desafían los estándares convencionales, y una de las modelos que más ha llamado la atención en los últimos años es Nyadak «Duckie» Thot. Su apariencia inconfundible, con una piel impecable y facciones que muchos han comparado con una muñeca Barbie, la ha convertido en una figura destacada en la industria. Sin embargo, más allá de su impacto visual, su historia de esfuerzo y perseverancia es un testimonio de lo que significa romper barreras.

Nacida en Melbourne, Australia, Duckie proviene de una familia de refugiados de Sudán del Sur, quienes emigraron al país oceánico antes de su nacimiento. Creció en un hogar con seis hermanos, con un padre veterinario y una madre que trabajaba en una guardería. A pesar de los desafíos que enfrentó como parte de una comunidad migrante, su determinación y el apoyo de su familia la ayudaron a encontrar su camino en el modelaje.
Su incursión en la moda comenzó a los 15 años, cuando su hermana Niki, quien también era modelo, la animó a seguir sus pasos. Su gran oportunidad llegó en 2013, cuando participó en Australia’s Next Top Model, una competencia similar a la versión estadounidense conducida por Tyra Banks. A pesar de su corta edad, con solo 17 años, logró destacarse y llegó hasta el tercer puesto, lo que le abrió las puertas a nuevas oportunidades.
Tras su paso por la televisión, Duckie decidió arriesgarlo todo y mudarse a Brooklyn, Nueva York, con la esperanza de lanzar su carrera internacional. Con apenas 400 dólares en su bolsillo, consiguió su primer gran trabajo en la ciudad al colaborar con la reconocida maquilladora Pat McGrath, una experiencia que marcó un punto de inflexión en su trayectoria.
A partir de ese momento, su ascenso en la moda fue imparable. Ha sido portada de numerosas revistas y ha participado en campañas de alto nivel. En 2017, su popularidad explotó tras protagonizar la icónica sesión de fotos «Duckie After Dark», en la que su apariencia era tan impactante que muchos llegaron a preguntarse si se trataba de una persona real o de una muñeca de porcelana.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil. A lo largo de su carrera, ha enfrentado críticas y discriminación, especialmente por su cabello natural. En varias ocasiones, expresó su frustración al notar que la industria del modelaje no estaba preparada para manejar la diversidad capilar de las modelos negras. En una publicación de Instagram, compartió una experiencia dolorosa en Australia’s Next Top Model, donde ningún estilista supo peinar su cabello, lo que la llevó a sentirse avergonzada y marginada.
«Me senté frente al espejo llorando en silencio, tratando de arreglar mi cabello mientras las cámaras grababan y el resto de las participantes tenía estilistas que se encargaban de ellas», confesó en su publicación.
Con el tiempo, Duckie se convirtió en una voz influyente dentro de la industria, defendiendo la necesidad de mayor representación y de profesionales capacitados en el cuidado del cabello afro. Su lucha ha generado un cambio de conciencia, y cada vez más marcas han comenzado a incluir la diversidad como parte de su identidad.