El deslumbrante momento de Elizabeth Taylor en los Oscar de 1970 que nadie ha podido olvidar

La 42ª edición de los Premios Oscar, celebrada en 1970, estuvo repleta de momentos memorables, pero hubo una estrella que opacó a todas las demás: Elizabeth Taylor. Con solo 38 años, la icónica actriz dejó a todos sin aliento al hacer su entrada triunfal en el evento, deslumbrando con un espectacular vestido y una joya que marcaría la historia de Hollywood.

El público quedó cautivado por su presencia, pero lo que muchos no sabían es que, tras la elegancia y el glamour, Taylor atravesaba un momento personal difícil que pudo haber empañado la noche más brillante de su carrera.

La ceremonia de los Oscar de aquel año fue atípica por varias razones. En primer lugar, no hubo un anfitrión oficial, algo poco común en la historia de la premiación. Además, fue la primera vez que la gala se transmitió vía satélite a una audiencia internacional, lo que permitió que millones de personas en todo el mundo fueran testigos de lo que ocurría en el Pabellón Dorothy Chandler en Los Ángeles.

Entre los momentos más destacados de la noche estuvo el emotivo reconocimiento a Cary Grant, quien recibió un Premio Honorario de la Academia por su trayectoria. El público estalló en una ovación de pie en honor al legendario actor, cuya presencia en el escenario dejó una huella imborrable. También fue notable el discurso de John Wayne, quien ganó el Oscar a Mejor Actor por su papel en True Grit. Su emotiva aceptación del premio fue aplaudida por la audiencia, aunque no estuvo exenta de polémica, ya que muchos consideraron que Dustin Hoffman había sido injustamente ignorado por su impresionante actuación en Midnight Cowboy.

Pero, sin importar la competencia y las controversias, la persona que acaparó todas las miradas fue Elizabeth Taylor.

Cuando subió al escenario para presentar el Oscar a Mejor Película, el público contuvo el aliento. Su belleza, su presencia imponente y su carisma inigualable hicieron que fuera imposible apartar la vista de ella. Con un vestido que realzaba su figura y su característica mirada violeta, Taylor parecía una diosa del cine. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue el deslumbrante diamante de 69 quilates que colgaba de su cuello.

Este no era un diamante cualquiera. Se trataba del diamante Taylor-Burton, una joya que había sido adquirida por su esposo, el actor Richard Burton, tras una feroz batalla en una subasta. Inicialmente, la pieza fue comprada por la prestigiosa joyería Cartier, pero Burton, decidido a que su esposa luciera el diamante más impresionante del mundo, no descansó hasta conseguirlo, pagando la suma de 1,1 millones de dólares.

Bob Hope, quien participó en la ceremonia con su característico humor, no pudo resistirse a hacer una broma sobre la impactante joya. “Sé que la señorita Taylor está aquí… vi un camión Brinks estacionado afuera”, dijo, en referencia a la imponente seguridad que debía rodear semejante tesoro.

El vestido que Taylor eligió para esa noche también tenía su propia historia. Diseñado por la legendaria Edith Head, el atuendo de color azul aciano fue seleccionado con un propósito claro: realzar el color de sus ojos y crear un efecto hipnótico en la audiencia. Además, su diseño resaltaba la nueva figura esbelta de la actriz, haciendo que pareciera más radiante que nunca. La elección de un escote pronunciado permitió que el diamante fuera el protagonista de la noche, atrayendo aún más miradas hacia la estrella.

Después de la ceremonia, la celebración continuó en una exclusiva fiesta posterior, donde Taylor y Burton fueron el centro de atención. En su diario, Burton escribió sobre la velada: “Fuimos a la fiesta y nos sentamos con George Cukor, los Pecks y los Chandlers, pero estábamos rodeados por decenas de fotógrafos que, para mi deleite, prestaron poca atención a los demás. Incluso Barbra Streisand quedó completamente eclipsada”.

Las imágenes de aquella noche inmortalizaron a Elizabeth Taylor como la gran diva de Hollywood. Su belleza, su porte y su magnetismo quedaron grabados en la historia del cine. Aunque muchas décadas han pasado desde aquel momento, la reina de los Oscar de 1970 sigue siendo ella.

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