Hacerse demasiados selfies, ¿es síntoma de un trastorno psicológico?

  • Algunos investigadores ya hablan de ‘selfitis’, la obsesión por sacarse autofotos y compartirlas en las redes sociales como un modo de “compensar la falta de autoestima”
  • Otros aseguran que el afán desmedido por los ‘selfies’ puede ser síntoma de un trastorno dismórfico corporal o incluso de depresión
  • Y una de cada diez personas que quiere hacerse una cirugía estética lo hace influida por los ‘selfies’

Los ‘selfies’ constituyen un verdadero fenómeno de nuestro tiempo. Las estimaciones indican que, cada día, más de un millón de nuevas autofotos son compartidas en las redes sociales. Solo en la última Nochevieja -según la empresa de productos fotográficos Fotoprix- los españoles nos hicimos 6 millones, de las cuales la gran mayoría (un 85 %) fueron a parar a redes como Instagram y Facebook. Hay personas que dicen tomarse más de 200 ‘selfies’ cada día.

¿Puede haber un problema detrás de esta pasión por los autorretratos? En 2014, circuló por la web la versión de que la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos había incluido en su listado oficial de trastornos mentales la ‘selfitis’, definida como “el deseo obsesivo compulsivo de tomarse fotos a uno mismo y publicarlas en las redes sociales como una forma de compensar la falta de autoestima y llenar un vacío en la intimidad”.

Aunque pronto se comprobó que la versión era falsa, hubo científicos que decidieron analizar si podía haber en ella algo de cierto. Y llegaron a la conclusión de que sí: la ‘selfitis’ existe, es un trastorno real. Al menos así lo asegura un estudio elaborado por los investigadores Mark D. Griffiths, de la Universidad Nottingham Trent (Reino Unido), y Janarthanan Balakrishnan, de la Escuela de Administración Thiagarajar (India), y publicado en la revista especializada ‘International Journal of Mental Health and Addiction’.

‘Selfitis’: límite, aguda y crónica

El trabajo postula tres posibles grados de ‘selfitis’, de menor a mayor gravedad: límite, agudo y crónico. Estos grados dependen a su vez de seis factores que intervienen en el deseo de tomar ‘selfies’ y compartirlos en las redes sociales: confianza en uno mismo, búsqueda de atención, modificación del estado de ánimo, mejora del entorno, conformidad subjetiva y competitividad social.

Los autores desarrollaron una Escala de Comportamiento de Selfitis, una especie de test con veinte afirmaciones como las siguientes: “Sacarme selfies me genera buenas sensaciones para disfrutar mejor de mi entorno”, “Puedo reducir mi nivel de estrés sacando selfies”, “Sacarme selfies en diferentes poses ayuda a incrementar mi status social”. A mayor acuerdo con tales afirmaciones, más importante puede ser el problema. 

La investigación se basó en 625 encuestas a estudiantes universitarios de la India. Lo hicieron con personas de este país, explican Griffiths y Balakrishnan en el propio texto, debido a dos razones. Por un lado, la India es -desde el año pasado, cuando superó a Estados Unidos- el país con mayor número de usuarios de Facebook. Por el otro, el hecho de que en ninguna otra parte se producen tantos accidentes fatales a causa de intentar tomarse un ‘selfie’: 76 de los 127 casos de ‘muerte por selfie’ registrados en todo el mundo tuvieron lugar allí.

Aunque el estudio se presenta como una indagación inicial y destaca la necesidad de exámenes más amplios y profundos sobre la materia, ha recibido críticas por la metodolgía utilizada y por el supuesto afán de hallar señales de un trastorno en cualquier conducta. Pero Griffiths tiene su prestigio en estas cuestiones. Fue el autor del primer artículo sobre “adicciones tecnológicas”, publicado en 1995, una idea que también generó recelos en un primer momento.

Los demasiados ‘selfies’ como síntoma de otros problemas

En cualquier caso, más allá de las dudas que puede generar la categorización de la ‘selfitis’ como trastorno, sí parece clara la posibilidad de que una afición desmedida por sacarse selfies sea un síntoma de otros problemas. Muchos especialistas y estudios, en efecto, han asociado esta manía con el trastorno dismórfico corporal, definido como una preocupación excesiva por algún defecto que la persona percibe en su propio físico, tanto si es real como imaginado.

Por otra parte, un análisis realizado el año pasado en Estados Unidos determinó que algunas características de las fotos subidas a Instagram -como el color y los rasgos y gestos faciales- pueden funcionar de manera eficaz como marcadores predictivos de depresión. Es decir, las fotos de esa red social podrían ayudar a detectar, de forma temprana, un cuadro depresivo. Las conclusiones también aseguran que las personas con depresión son más activas en Instagram, usan menos filtros y publican más selfies.

Otro dato relevante: la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE) reveló el mes pasado que, según los resultados de su última encuesta, una de cada diez personas que se interesan por someterse a una operación de cirugía estética lo hace influido por los ‘selfies’. El organismo añade que, por primera vez, entre los diez tipos de intervenciones más solicitados, hay cuatro relacionados con la cara: blefaroplastia (cirugía de los párpados), rinoplastia (de la nariz), rejuvenecimiento facial no quirúrgico y ‘lifting’ facial.

Debido a ello, la SECPRE difundió una serie de recomendaciones para usuarios de redes sociales, como las siguientes:

  • Tener claro que un ‘selfie’ no es la mejor herramienta para valorar la oportunidad de una cirugía estética. La distorsión de las imágenes que ocasionan las cámaras de los teléfonos y las sombras indeseadas originadas a menudo por las deficientes condiciones de iluminación son, entre otros, dos factores que pueden generar una autopercepción equivocada.
  • Tomar con cautela los comentarios ajenos y, antes de decidir algo tan importante como una intervención quirúrgico-estética, acudir a un médico especialista con titulación oficial en cirugía plástica, estética y reparadora.
  • Una intervención de este tipo se debe valorar sobre todo en función de criterios médicos. Los criterios económicos y los deseos estéticos personales son importantes, pero deben quedar en un segundo plano.
  • Desconfiar de las ofertas de intervenciones “sospechosamente baratas”, como las basadas en “fechas límite”, bonos, promociones “2 x 1”, etc. La SECPRE considera estas ofertas como “faltas muy graves” que ponen en riesgo la seguridad del paciente, además de poner algo tan complejo como una intervención quirúrjica al nivel de cualquier producto de consumo.

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