El Incidente Desafortunado
Una dependienta se atrevió a hacer llorar a mi esposa siendo mala. Todo ocurrió porque mi esposa buscó empleo en el establecimiento en el que ella trabajaba. Tras escuchar el relato de mi esposa, tomé medidas para corregir la situación. ¡Lo que hice garantizó que la asistenta se lo pensara dos veces antes de dirigirse a cualquier otra persona!
Emma y su Pasión por la Moda
Esta es una emocionante historia de pura y dulce venganza. Me llamo Thomas, y Emma, mi esposa, siempre ha tenido buen ojo para la moda. Su vestuario es un testimonio de su gusto impecable. No es que yo sea parcial o presuma, pero mi Emma sabe todo lo que hay que saber sobre las últimas tendencias. La mayoría de los días es ella quien me viste. No porque sea machista y piense que es su trabajo, sino porque le encanta hacerlo. Y para ser sincero, cada vez estoy fantástico, así que no me quejo.
La Búsqueda de Trabajo de Emma
Durante años, mi esposa eludió su verdadera pasión. Hizo todo tipo de trabajos. Fue recepcionista, enfermera en un momento dado (por desgracia, de corta duración), e incluso se interesó por el arte. Pero seguía sin encontrar su lugar. Hace poco, mi querida esposa decidió convertir su pasión por la moda en una carrera profesional. Empezó a buscar activamente un trabajo en el comercio minorista, pensando que encajaría perfectamente con sus intereses.
El Encuentro con la Dependienta
Un día, cuando llegó a casa toda emocionada, me contó la historia de lo ocurrido. Emma me explicó que aquel fatídico día estaba en el centro comercial por la tarde. Entonces se fijó en una famosa tienda de lencería que tenía en el escaparate el cartel “Ahora se contrata”. Emocionada, reveló: “¡Inmediatamente entré para preguntar! Pero me llevé el susto de mi vida”. Contó que su entusiasmo empezó a decaer cuando se acercó a la dependienta e intentó hablar con ella.
El Desprecio y la Crueldad
La maleducada mujer ni siquiera miró a mi esposa hasta que estuvo directamente delante de ella. Un poco decaída pero todavía bastante entusiasmada, Emma preguntó por el proceso de solicitud de empleo. En lugar de eso, la dependienta la miró de arriba abajo con desprecio y actitud. Entonces pronunció las palabras punzantes: “Mira, cariño, no creo que seas lo suficientemente guapa para este trabajo. No hay oportunidad. Ni lo intentes, ¿vale?”.
La Reacción de Thomas
Antes de calmarse lo suficiente como para poder contarme su historia, mi encantadora esposa estaba llorando cuando llegó a casa. Estaba destrozada por el cruel comentario. Nunca había visto a mi mujer tan desolada, y se me partió el corazón al verla así. La rodeé con mis brazos, intentando consolarla. “Amor mío, no dejes que te afecte. Eres hermosa y tienes talento. Vales mucho más que sus palabras”, le dije suavemente. “¿Pero por qué iba a decir eso?”, sollozó Emma. “Sólo quería pedir trabajo. No me lo merecía”. “Es una persona mezquina, ángel mío”, intenté consolar a mi mujer.
El Plan de Venganza
Verla tan abatida me ponía furioso. Nadie, y quiero decir nadie, debería hacer sentir así a mi Emma, tratarla tan mal y salirse con la suya. ¿Y saben qué? Cuando la ira se apoderó de mí, pensé que ya era hora de que alguien le enseñara a esa desagradable dependienta lo equivocada que estaba. Decidí darle a esa dependienta una lección de humildad que nunca olvidaría. Durante los dos días siguientes, urdí un plan. Me puse en contacto con mi amigo Mike, que trabaja en el sector de la moda, para que me ayudara. Mike se mostró más que dispuesto a ayudar cuando se enteró de lo que había pasado.
La Ejecución del Plan
“Es increíble, hombre. Claro que ayudaré. Démosle a probar su propia medicina”, dijo Mike por teléfono. Unos días después, mi plan se puso en marcha. Me vestí bien, con la ayuda de mi Emma, y me dirigí a la tienda de lencería. Había investigado lo suficiente para asegurarme de que ese día trabajaba la misma dependienta. Entonces empecé a fingir que recorría los pasillos, esperando el momento perfecto. Cuando en la tienda sólo había unos pocos clientes, me acerqué a la dependienta con una sonrisa amable. “Hola, quiero comprar algo especial para mi esposa. ¿Podrías ayudarme a elegir algunas cosas?”, le pregunté. Su actitud cambió inmediatamente, al ver una posible gran venta. Se volvió atenta y empezó a mostrarme varios artículos.
La Conclusión
Mi plan fue un éxito y le di a la dependienta una lección que nunca olvidará. Ahora sabe que no se puede tratar a las personas con desprecio y salir impune. Emma, por su parte, está más decidida que nunca a seguir su pasión por la moda y encontrar el trabajo perfecto para ella.