Dama Olivia de Havilland fue una de las últimas leyendas vivientes de la Época Dorada de Hollywood y una actriz aclamada por su elegancia, talento y férrea independencia. Nació el 1 de julio de 1916 en Tokio, Japón, de padres británicos, y se mudó a California cuando aún era niña. Tanto Olivia como su hermana, Joan Fontaine, siguieron carreras en el cine, convirtiéndose en las únicas hermanas que han ganado un Premio de la Academia a Mejor Actriz. De Havilland debutó en la gran pantalla en los años 30 y rápidamente alcanzó la fama, especialmente por sus múltiples papeles junto a Errol Flynn, como en Captain Blood (1935) y The Adventures of Robin Hood (1938).

Uno de sus papeles más recordados fue el de Melanie Hamilton en el clásico de 1939 Gone with the Wind (Lo que el viento se llevó). Su personaje, gentil y moral, contrastaba con la impulsiva Scarlett O’Hara, interpretada por Vivien Leigh. Por este papel, Olivia recibió su primera nominación al Óscar como Mejor Actriz de Reparto. Más adelante, demostró aún más su capacidad dramática con To Each His Own (1946) y The Heiress (1949), ambas interpretaciones que le valieron el Óscar a Mejor Actriz. Su versatilidad, desde dulzura hasta determinación, la convirtió en una de las actrices más completas de su época.

Más allá de sus logros en la pantalla, Olivia de Havilland dejó una huella indeleble en Hollywood al enfrentarse al sistema de estudios. En los años 40, demandó a Warner Bros. por prácticas contractuales abusivas y ganó el caso, lo que dio origen a la conocida “Ley De Havilland”, que limitó el poder de los estudios sobre la carrera de los actores. Esta victoria otorgó mayor libertad a los intérpretes y transformó la industria. Su valentía la convirtió en una figura profundamente respetada dentro del mundo cinematográfico.

En sus últimos años, apareció con menos frecuencia en pantalla, pero siguió siendo una figura venerada. Se trasladó a París en los años 50, donde vivió el resto de su vida, concediendo ocasionales entrevistas y recibiendo homenajes. En 2017, a los 101 años, fue nombrada Dama Comendadora de la Orden del Imperio Británico por su destacada contribución al arte dramático. Siempre elegante y elocuente, mantuvo su estatus como una figura querida incluso después de su retiro.


Olivia de Havilland falleció tranquilamente el 26 de julio de 2020, a la impresionante edad de 104 años. Su legado perdura no solo en los papeles icónicos que interpretó, sino también en el camino que abrió para las generaciones futuras de actores. Ganadora de dos premios Óscar, pionera legal y símbolo del glamour dorado de Hollywood, de Havilland sigue siendo una figura monumental en la historia del cine. Su vida refleja tanto la magia del séptimo arte como la fortaleza silenciosa que ayudó a transformar la industria tal como la conocemos hoy.